Vicenç Navarro | Catedrático de Políticas
Públicas de la Universidad Pompeu Fabra
nuevatribuna.es
| 03 Marzo 2013
Una de las
características más negativas de la reforma educativa del Gobierno del Partido
Popular es la filosofía que reproduce y expande en sus propuestas y que se
centra en la visión de que un objetivo central de tales reformas es aumentar lo
que llama el ‘capital humano’ de los alumnos. En sí, adaptar el sistema
educativo a las necesidades de recursos humanos de una economía es un objetivo
razonable y deseable. Pero lo que distingue el enfoque adoptado en estas
reformas es su visión tan reduccionista que pone tal objetivo como el centro de
sus propuestas. Lo que tal reforma intenta es hacer de los alumnos,
trabajadores productivos para que encajen en la máquina productiva del país,
viendo a los alumnos como objetos cuyo valor a la economía exige que tengan, no
sólo el conocimiento, sino también la actitud laboral necesaria para
incrementar la producción. De ahí que otra característica de tales reformas es
su énfasis en la disciplina (con ribetes autoritarios) y en la uniformización.
El gran valor que adquieren en la reforma las pruebas test es un indicador de
ello. Por lo demás, áreas que no se perciben como contribuyentes a la
productividad y creación de capital, como se consideran las “Humanidades”, y en
cierta medida también las “Ciencias Sociales”, dejan de tener importancia en la
asignación de conocimiento en el currículum escolar. En esta visión, la función
fundamental de la educación es servir a la economía, esta categoría conceptual
que sirve para ocultar el sistema económico-político actual, que se basa, no en
el mérito (como su narrativa falsamente proclama), sino en las relaciones de
poder de clase y género que origina y reproduce.
La educación,
sin embargo, no debería ser primordialmente un medio para alcanzar un fin
económico, sino al revés, el proyecto económico debería ser el medio para
facilitar y promover la calidad de vida de la ciudadanía, la cual requiere el
pleno desarrollo del ser humano, tanto como persona como ciudadano. Todo ser
humano tiene un gran potencial de creatividad que el sistema educativo debe
promover. Esta visión economicista lleva también a una visión clasista de la
educación, en la que la educación pública debe formar a trabajadores
productivos y disciplinados y la privada (donde envían a sus hijos la mayoría
de dirigentes del gobierno popular presidido por el señor Rajoy) debe cumplir
con su misión de formar las élites gobernantes, bajo la guía espiritual de la
Iglesia. La mayoría de las escuelas privadas están gestionadas por tal
institución. El favoritismo de las reformas a la escuela privada reproduce tal
visión clasista de la educación.
LA EVIDENCIA
CIENTÍFICA MUESTRA EL ERROR DE LOS SUPUESTOS DE LA REFORMA
El énfasis en
incrementar el capital humano de la sociedad como manera de enriquecer a la
ciudadanía, incrementando su productividad, tiene escasa evidencia empírica que
la sustente. Veamos los datos. En una excelente presentación en el programa de
Políticas Públicas de la Johns Hopkins University, en Baltimore, el economista
John Schmitt (del prestigioso Center for Economic and Policy Research, de
Washington) mostró como EEUU nunca antes había tenido un nivel educativo tan
elevado como el que tiene ahora. El porcentaje de la población con educación
universitaria nunca había sido más alto (el 30%) y el de escasa educación tan
bajo (9%) como ahora. El incremento del primer grupo y el descenso del segundo
grupo habían sido espectaculares en los últimos cuarenta años. Pero lo que es
más importante que la evolución de los extremos era el incremento tan notable
del nivel educativo de la gran mayoría de la población. Un indicador de ello es
que casi el 60% de la población activa utiliza el ordenador en su puesto de
trabajo.
Pero a pesar de
ello, los salarios por hora (lo que el trabajador y empleado gana por hora) han
disminuido entre la gran mayoría de hombres, aumentando sólo ligeramente entre
la mayoría de mujeres (cuyo nivel inicial era mucho más bajo que el de los
hombres) en los últimos casi cuarenta años (1973-2009). Otro dato presentado
por John Schmitt era el notable crecimiento de la productividad, que no ha
repercutido en el incremento paralelo de los ingresos de la clase trabajadora,
que constituye la mayoría de la población en EEUU, cuyo nivel de educación ha
aumentado considerablemente (En aquel país, el término “clases medias” se
utiliza para definir primordialmente a la clase trabajadora). En realidad, las
reformas neoliberales ampliamente extendidas a partir del mandato del
presidente Reagan, tuvieron un impacto negativo para el bienestar de las clases
populares, que se vieron en la necesidad de endeudarse para mantener su nivel
de vida, origen del enorme endeudamiento de la población estadounidense. El
aumento del nivel de renta y riqueza se ha concentrado en un sector muy
minoritario de la población, cuyo altísimo nivel de renta no tiene nada que ver
ni con mérito ni con la educación.
Una última
observación. Nada de lo dicho debería interpretarse como un desmerecimiento que
la educación tiene para la eficiencia económica de un país. El mejor ejemplo
del valor del sistema educativo dentro de economías eficientes lo muestran la
mayoría de países escandinavos, siendo la escuela finlandesa, por ejemplo, un
punto de referencia en el mundo educativo. Ahora bien, la función primordial de
la educación es formar ciudadanos libres, con capacidad creativa y decisoria en
la gobernanza del país. Tal función no se respeta cuando a la educación se la
ve primordialmente como un objetivo económico detrás del cual se oculta la
reproducción de una sociedad clasista y sexista que dificulta la creatividad en
la mayoría de la población.
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